
Los cristianos de los siglos I al III nunca celebraron el nacimiento de Cristo, porque lo desconocían. La Navidad fue instituída oficialmente por Roma en el año 354, para lo cual se adoptaron costumbres paganas.
El enigma de Belén y la
celebración de Navidad (2)
JOSE YOSADIT VON GOETHE
En los primeros tiempos del cristianismo no se celebraba el nacimiento de Cristo; no figura, por ejemplo, en la relación de festividades cristianas de Ireneo y Tertuliano. Se desconocía por completo la fecha en que nació Jesús, ya que los evangelios no la mencionan; pero, para el caso, se desconocía hasta el propio nacimiento. En cambio, según narraciones tardías, sí se conocía y conmemoraba la fecha de su muerte, el 14 de Nisán (entre marzo y abril). Con el tiempo comenzó a celebrarse también el aniversario del bautismo de Cristo, cuya fecha asimismo se ignoraba, pero que a principios del siglo IV fue establecida para el 6 de enero. A esta conmemoración del bautismo de Jesús la denominaron Epifanía.
celebración de Navidad (2)
JOSE YOSADIT VON GOETHE
En los primeros tiempos del cristianismo no se celebraba el nacimiento de Cristo; no figura, por ejemplo, en la relación de festividades cristianas de Ireneo y Tertuliano. Se desconocía por completo la fecha en que nació Jesús, ya que los evangelios no la mencionan; pero, para el caso, se desconocía hasta el propio nacimiento. En cambio, según narraciones tardías, sí se conocía y conmemoraba la fecha de su muerte, el 14 de Nisán (entre marzo y abril). Con el tiempo comenzó a celebrarse también el aniversario del bautismo de Cristo, cuya fecha asimismo se ignoraba, pero que a principios del siglo IV fue establecida para el 6 de enero. A esta conmemoración del bautismo de Jesús la denominaron Epifanía.
Se supone que, por muchos años, cristianos del siglo III venían observando la fecha del 25 de diciembre como la del nacimiento de Cristo, fecha que en el año 221 había popularizado el historiador Sexto Julio Africano a través de sus Crónicas, si es que las tales no son producto posterior de la pluma de Eusebio de Cesarea. El auge que tal fecha adquirió a nivel popular hizo que en el año 354 el Papa Liberio decretara que la Navidad se celebrase el 25 de diciembre, separándola del 6 de enero, que posteriormente perdió su sentido original de Epifanía o conmemoración del bautismo de Jesús y se consagró exclusivamente a rememorar la visita de los Magos de Oriente, si bien la Iglesia Ortodoxa de Jerusalén continúa celebrando la Navidad el 6 de enero. Por eso en la Basílica de la Natividad de Belén, supuesto emplazamiento donde nació Jesús, se celebra dos veces la Navidad: una el 25 de diciembre por los católicos y otra el 6 de enero por los ortodoxos.
¿Por qué razón se escogió la fecha del 25 de diciembre como la del natalicio de Cristo? Los romanos venían celebrando el 25 de diciembre como el día del “Nacimiento del Sol Invicto”, adoptado de las costumbres de pueblos más antiguos, como los celtas y los egipcios, que habían observado que tres días después del solsticio de invierno el sol “nacía” de nuevo (o “resucitaba”) y comenzaba otro ciclo solar. Paralelamente, uno de los dioses solares que los romanos apadrinaron, especialmente durante los siglos II al IV, fue Mitra, cuyo nacimiento se celebraba precisamente el 25 de diciembre. Posiblemente los escasos pictogramas murales del siglo III que se atribuyen al nacimiento de Jesús lo sean en realidad del nacimiento de Mitra en una cueva. Además coincidía que durante los seis días que seguían al solsticio invernal los romanos celebraban las “Saturnalias” o fiestas en honor de Saturno. Durante las mismas se suspendían las guerras, se dejaba de trabajar, se liberaba temporalmente a los esclavos, se comía y bebía en exceso y se intercambiaban regalos. Así que los cristianos del siglo IV no hicieron otra cosa que adaptar tales fiestas costumbristas a la celebración universal del nacimiento de Jesucristo, el “Sol de Justicia”.
El evangelio de Lucas sitúa el nacimiento de Jesús en la población de Belén de Judá. Mateo únicamente menciona la visita de los magos. Una palpable diferencia entre ambos relatos es que Lucas refiere que Jesús, al nacer, fue “acostado en un pesebre”, es decir, en uno de los recipientes que servía de comedero a los animales domésticos dentro de un establo o de una cueva, ya que en Belén se aprovechaban algunas cuevas como establos. En cambio Mateo no habla de pesebre o establo alguno, sino que relata que los magos ofrecieron sus dones al niño “en una casa”, lo que implica que desde el nacimiento había transcurrido un tiempo que probablemente fuera de dos años, a juzgar por la cruel decisión de Herodes de matar a los infantes “de dos años para abajo”, de lo que no hay registro histórico fuera del evangelio. Ni siquiera es mencionado el hecho por Flavio Josefo, lo cual resulta extraño. Es difícil precisar, por la incongruencia del relato bíblico, si la casa de la que habla Mateo estaba en Belén o en Nazaret.
Por otro lado, de la narración de Lucas se desprende que el nacimiento de Jesús no pudo haber acontecido en invierno, pues el escritor detalla que “había pastores que pernoctaban al aire libre en el campo”, lo cual es imposible en la montañosa Belén, donde a primeros de octubre ya hace frío y en diciembre son habituales las nevadas. Por si fuera poco, Lucas relata que el Emperador había decretado un censo de la población, para lo cual los habitantes del Imperio debían desplazarse a sus lugares de origen. De ser cierto el hecho, no pudo haber sucedido en invierno. Por otra parte no existe constancia de tal censo en la historia del Imperio romano, censo insólito e importantísimo que, de haber existido, en modo alguno hubiera quedado sin registrar por los cronistas oficiales. Los censos se hacían para controlar la recaudación de impuestos en los lugares donde trabajaban y residían los individuos, por lo que no tenía sentido que se desplazaran a sus pueblos natales. Claramente, Lucas tan solo pretendía demostrar que Jesús era el Mesías o rey esperado y por tanto se obligó a encajar su nacimiento en Belén, que era lo que la hipotética profecía de Miqueas indicaba.
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